Educar. Arte, ciencia y paciencia.

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martes, 30 de julio de 2013

NO PAGUES CON TU MUJER TUS PROBLEMAS.



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O PAGUES CON TU MUJER TUS PROBLEMAS: ELLA TAMBIÉN TIENE LOS SUYOS.

Y COMO MADRE, LOS DE SUS HIJOS.

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CONOZCO A UNA PERSONA QUE, cuando las cosas en el trabajo no le han ido todo lo bien que hubiera deseado, desde el aparcamiento hasta su casa le va pidiendo a su ángel de la guarda que le ayude a controlar la tensión acumulada para no pagarla con su familia.

            Es evidente que en las relaciones externas —laborales y sociales—  uno tiene que cuidar las formas y en muchas ocasiones tragar carros y carretas.
           
            Pero como «cuando hay confianza da asco», al llegar a casa no pasamos ni una. Y basta un sencillo alfilerazo para que ese globo que se ha ido llenando explote y nos despachemos a gusto con el primero que se nos ponga por delante.

            Si a esto añadimos que el globo de la mujer está también a punto de caramelo por sus propias tensiones —por ejemplo, del trabajo fuera o dentro de casa—, la explosión esta asegurada.


miércoles, 24 de julio de 2013

POESÍA, SEGUIRIYA Y SOLEÁ



Tomado del libro de Enrique García-Máiquez: LO QUE HA LLOVIDO (Rayos y truenos 2006-2088). NÚMENOR. Cuaderno de Poesía 22.


Ya no sé cuando es verdad,
si cuando me quieres menos
o cuando me quieres más.

(Soleá de Blanco Garza) Pág. 63.  


Me dolía la cabeza;
me he puesto a pensar en ti,
para que la tonta aprenda
a no doler porque sí.

Pág. 88.


Desperté y te vi.
Por si estabas soñando conmigo
te dejé dormir.

(Seguiriya de don Francisco Molina) Pág.150.








sábado, 13 de julio de 2013

¿Y A CEMENTO, NO HUELO?


H



AY QUE VER LA PESTE QUE TRAES A VINO.
—¿Y A CEMENTO, NO HUELO?

VER LA PARTE POSITIVA DE LAS
ACTUACIONES DEL OTRO.

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EL REFRANERO POPULAR DICE que el amor es ciego. Cuando se quiere a una persona, uno pasa por alto los defectos, que quedan ensombrecidos por las virtudes. ¿Quién no ha oído a esa abuela que ante un defecto visible de su nieto antepone una característica positiva:

            —Es muy travieso, pero… ¡¡tiene una simpatía!!

            Le comentaba un afamado concertista a su esposa horas antes de su actuación:

            —Cariño esta noche sólo tocaré para ti.
            A lo que le respondió su esposa:
            —¿Pero tan pocas personas vendrán al concierto?

            Es evidente que ser positivos ayuda a dar un enfoque optimista a nuestros problemas; por el contrario, la persona negativa ensombrece todo lo que toca. Dice Rabindranath Tagore: «Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas».

            El buen humor es otro factor importante a la hora de quitar hierro a un desliz. Es muy sano saber disculparse y tener cintura para aceptar con una sonrisa las consecuencias que se derivan de una actuación inadecuada: —Perdona, cariño, pero me estoy haciendo mayor y no aguanto ni quinientas bromas seguidas.

            Una esposa, cansada de la mala memoria de su marido, cuenta:

            —Mi marido se olvidó de nuestro segundo y tercer aniversario. En esas dos ocasiones me puse a llorar y me amurré. Al cuarto año me dije a mí misma que no podía permitir que una fecha tan bonita se convirtiera en motivo de pelea. Decidí enfrentar el tema con humor: lo esperé sentada en el sofá vestida de novia, con nuestros dos hijos vestidos de pajes. Después de poner cara de terror porque se acordó que de nuevo se le había olvidado, nos reímos mucho juntos.

            Esta actuación desarma al contrario, y lo que podría haber sido motivo de  discusión se convierte en un momento de risa compartida.

viernes, 5 de julio de 2013

PEDIR PERDÓN



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EDIR PERDÓN, SABER PERDONAR Y SABER OLVIDAR.


CUESTA, PERO QUÉ TRANQUILO
SE QUEDA UNO.

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ES DE SENTIDO COMÚN RECTIFICAR el rumbo cuando sea necesario, si es que queremos llegar a puerto. Sin embargo el orgullo y la soberbia nos impiden en muchos casos reconocer nuestros errores. En nuestro interior sabemos perfectamente que hemos errado, pero ante la tesitura de tener que reconocer nuestro fallo y pedir perdón, buscamos argumentos para justificarnos. El caso es conseguir como sea demostrar que no soy yo el único culpable, y que no tengo por qué disculparme. Por lo tanto, como para pedir perdón hay que tener conciencia de la culpa, entramos en un laberinto del que es difícil salir.

            La causa de no ceder es que muchas veces no sabemos distinguir entre las formas y el fondo de cualquier discusión o conflicto. Las formas son el estilo con que tratamos de defender nuestro punto de vista; el fondo es aquello de lo que estamos hablando. Uno puede lleva razón en el fondo, pero la pierde por los malos modos con los que se expresa. En ese caso, uno debería ser lo suficientemente humilde como para pedir perdón:

            —Mira, aunque creo que en lo que te dije llevo razón, tengo que pedirte perdón por la forma tan desagradable que he tenido de decirte las cosas.

            La segunda parte es perdonar. Quizás la persona que se siente herida por la ofensa no reaccione con una sonrisa, pero hay que dejar que cicatrice la herida y tener paciencia.

            Una recomendación: No es bueno hacer leña del árbol caído, de modo que nada de recriminar al que nos pide perdón.